martes, 4 de noviembre de 2008

Evangelio según San Mateo 25,31-46. Domingo 2 de Noviembre 2008



Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

martes, 28 de octubre de 2008

Acto de Contricción

Señor Mío Jesucristo

Señor mío, Jesucristo,
Dios y hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío
­por ser Vos quien sois­
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberos ofendido.
También me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia,
propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme
y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

domingo, 26 de octubre de 2008

Evangelio según San Mateo 22,34-40.



Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


a) Contexto

En tiempo de Jesús, el judaísmo oficial interpreta la Ley de Dios, la "Torá", dentro de un esquema moral de muchas normas o leyes: 613 mandamientos, de los cuales 365 son prohibiciones y 248 aparecen como prescripciones positivas.
Este legalismo minucioso produce en algunos la alegría sincera de la obediencia, en otros la presunción de la propia justicia, y en la mayoría la inquietud por no poder cumplir tantos mandamientos.
El Evangelio de hoy manifiesta un clima de conflicto entre los fariseos y Jesús. Uno de ellos interroga a Cristo sobre el principal mandamiento para ponerle una trampa (Mt 22,35-36).
El Señor quiere que esos dirigentes religiosos se conviertan, y que la gente de Israel realice su vocación de anunciar el Mesías a todas las naciones (Lc 2,32).

b) Sentido

Jesús responde al doctor de la Ley relacionando el amor a Dios y a los otros, y dando un lugar eminente a este sumario o compendio.
El amor al prójimo no es "otra cosa" que el amor a Dios, sino la misma. Si se ama realmente a Dios, automáticamente se está amando al prójimo, y viceversa, aunque a veces no se tenga plena conciencia de ello (cf. Mt 25,31-46).
Además, con este modo de responder, Cristo hace del amor a todos los seres humanos un mandamiento; por tanto, hace del amor a los otros un asunto de justicia. En otras palabras: Dios manda amar al prójimo, por eso el prójimo tiene derecho a ser amado.
Finalmente, las expresiones "Ley y Profetas" (Mt 22,40) indican que estos dos mandamientos resumen el sentido más profundo de toda la Biblia, subrayando así su importancia para la conciencia de los seguidores del Señor.

c) Leer la Biblia desde el amor de Dios

En primer lugar, buscar en el texto bíblico la imagen del Dios Amor.
A continuación, expresemos nuestros sentimientos a través de la oración.
Finalmente, busquemos caminos para hacer presente el Amor de Dios en la familia y en la sociedad.

d) Las imágenes religiosas en nuestra religiosidad

La gente venera imágenes de Cristo, de la Virgen y a veces de los santos.
Las venera, y no las adora, pues esto sería idolatría o falso culto.
Es algo característico en nuestras culturas: Las personas usan retratos de sus seres queridos, para recordarlos. De modo similar, se manifiestan en su experiencia religiosa.
En todo este tema, que en ocasiones distancia a los católicos de los hermanos protestantes, lo importante es el criterio del Apóstol Pablo: Darle la primacía al Señor Jesús, esto es, que Cristo sea "todo y en todos" (Col 3,11).
Cuando Jesús es el primero, la religiosidad popular respeta lo humano, se hace más solidaria, y todo lo orienta hacia el Reinado de Dios (Cf. Col 2,6-3,4).


† PARA LA REFLEXIÓN

1. ¿Cuál es la situación de la gente frente a las leyes, en tiempos de Jesús?
2. ¿Qué necesitas aclarar en este trozo bíblico?
3. ¿Qué es lo que más te llama la atención en este texto del Evangelio? ¿Por qué?
4. ¿Qué mensaje de Cristo descubres en este relato bíblico?
5. ¿Cómo explicarías este Evangelio a un niño o a un joven de nuestro tiempo.

fr. Julián Riquelme, op

Novena a San MArtín de Porres


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Dios misericordioso, que nos disteis en el Bienaventurado Martín un modelo perfecto de humildad, de mortificación y de caridad; y sin mirar a su condición, sino a la fidelidad con que os servía, le engrandecisteis hasta glorificarle en vuestro Reino, entre los coros de los ángeles! Miradnos compasivo y hacednos sentir su intercesión poderosa.

Y tú, beatísimo Martín, que viviste sólo para Dios y para tus semejantes; tú, que tan solícito fuiste siempre en socorrer a los necesitados, atiende piadoso a los que, admirando tus virtudes y reconociendo tu poder, alabamos el Señor, que tanto te ensalzó. Haznos sentir los efectos de tu gran caridad, rogando por nosotros al Señor, que tan fielmente premió tus méritos con la eterna gloria. Amén.

Rezar a continuación la meditación y la oración del día que corresponda

DÍA PRIMERO ORIENTACIÓN

Al instruirse el niño Martín en las primeras nociones propias de su edad, comenzaba también a conocer a Dios que ya desde entonces vino a ser la razón y divisa de su conducta. Púsose luego bajo la enseñanza de un maestro que era barbero-cirujano, que en aquel tiempo no sólo sabían el arte propio de la barbería, sino también el de curar las enfermedades más Corrientes... Preveía Martín el bien que podía prestar a sus prójimos, y así gustaba de tal oficio gozoso de poder ser un día útil a sus semejantes. Donde se ve, cómo la Divina Providencia iba orientando a su Siervo, preparándolo para los fines a que lo destinaba.


Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh feliz Martín, que, contento en tu condición de hijo de una esclava, te dejabas guiar por la mano de Dios ya en tu niñez; haz que nos resignemos en todo a los designios de la Providencia! A imitación tuya aceptamos gustosos la voluntad del Señor y sus designios sobre nosotros. Tú nos enseñas que si somos buenos con Él, Él será generoso con nosotros; he aquí que queremos servirle fielmente. Ayúdanos tú, Martín bondadoso, y ruega por nosotros a tu amado Jesús, Dios verdadero, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.